miércoles, 10 de abril de 2013


Si quieres leer todo el artículo: http://www.sintetia.com/no-insistas-bitcoin-no-es-una-moneda/
Lo que hace especial a cualquier moneda que se haya usado históricamente –piedras afiladas, sacos de arroz, bronce, piedras preciosas, maravedíes o francos suizos- es su liquidez. La liquidez es un conjunto de características que hacen deseable usar algo como medio de cambio:
:: Ha de ser fácilmente transportable (resulta ciertamente incómodo llevar un yunque en el bolsillo)
:: No debe deteriorarse (¿se imaginan realizando transacciones con hamburguesas ya cocinadas?)
:: Debe ser fácilmente divisible (una mula solo es útil si está de una pieza)
:: Su oferta ha de ser muy estable
Detengámonos en este último punto: la estabilidad de la oferta. Que una oferta sea estable quiere decir que no es deseable que aparezcan de la noche a la mañana enormes cantidades de la moneda que queremos usar. Si esto es posible, nadie querrá conservar dicha moneda más de un día. Es por ello que los metales preciosos, como el oro o la plata, hayan sido muy valorados históricamente: su extracción es compleja e incluso cuando se descubre un nuevo yacimiento es bastante probable que los costes de extracción sean similares o incluso superiores al precio del propio metal en cuestión.
¿Acaso no era posible hace 5.000 años emitir dinero fiduciario? Sí lo era, pero la confianza en las instituciones era tan baja que nadie habría aceptado dicho medio para sus transacciones. ¿Quién podría fiarse de que un rey no emitiría nueva moneda como un loco? El oro por aquel entonces otorgaba la credibilidad necesaria que otros sistemas no tenían, y es por ello que los metales preciosos han sido históricamente el tipo de dinero más utilizado en las transacciones.
Pero los sistemas monetarios basados en los metales tenían sus propios problemas. La explicación de estos problemas excede con mucho el propósito de este artículo, aunque se podrían resumir en que, aun teniendo una oferta estable, su precio era muy volátil y podían provocar deflación (que es un problema muy serio: los precios se ajustan con mucha alegría al alza pero con mucha más dificultad a la baja). Ello llevó a la creación de los bancos centrales, cuyo objetivo central es proveer una moneda con valor estable y con una evolución de los precios más o menos conocida: la mayoría de bancos se fijan objetivos de inflación que rondan el 2% ó 3%, de forma que los agentes puedan incorporar dicha expectativa a sus contratos.

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